ENTÉRATE EN EL ESPÍRITU
Ah, el Mojito: una bebida fresca y mentolada que te transporta a la playa, incluso si simplemente estás descansando en tu patio trasero. Pero, ¿de dónde viene este refrescante brebaje, por qué es tan delicioso y cómo se puede preparar una versión sin alcohol en casa? Profundicemos en su historia.
Las raíces del Mojito se remontan al siglo XVI, cuando Sir Francis Drake navegó por Cuba. Después de un largo día de saqueo, su tripulación necesitaba una bebida para aliviar sus dolores y curar el escorbuto. Ingresa "El Draque", una mezcla aproximada de aguardiente (un precursor del ron), azúcar, lima y menta. Era tanto una medicina como una bebida.
Avanzando unos siglos, la receta evolucionó. El aguardiente fue reemplazado por un suave ron cubano, y nació el Mojito tal como lo conocemos, pasando de un grog pirata a un clásico cubano preferido por la élite. La fama del Mojito se disparó en el siglo XX cuando Ernest Hemingway lo descubrió en La Bodeguita del Medio en La Habana. Si es lo suficientemente bueno para Hemingway, también lo es para el resto de nosotros, aunque quizás prefiramos un Mojito virgen.
Hoy en día, el Mojito es un cóctel popular por una razón. Es refrescante, fácil de hacer y una excelente razón para cultivar tu propia menta. Pero el clásico Mojito es sólo el comienzo. Esta bebida versátil ha inspirado innumerables variaciones.